ADAPTACIÓN A LA ALIMENTACION NATURAL Y ACUERDOS EN LAS FAMILIAS



La adaptación a este tipo de alimentación varía en cada familia, en cada niño y en cada persona

Es importante el necesario respeto a los tiempos y necesidades de cada niño como UNICO E INCOMPARABLE a los demás.

Muchas veces bajo la “idea” de alimentación natural, alimentación macrobiótica, biológica, disociada y la mar en coche; se esconden también las formas de control que de un modo u otro ejercemos los individuos y en las que nos quedamos luego “enganchados” y relacionándonos desde juegos de poder que están muy alejados del respeto y el asentimiento a lo que el otro “es” tal y como es.

Es evidente que desde las “prohibiciones” nos alejamos de nuestra capacidad de vivir intuitivamente y “buscar” el deseo en lo profundo del corazón y por supuesto que nos perdemos también de dar la libertad  a nuestros hijos para que en el futuro ellos mismos puedan comenzar sus propias búsquedas y hacer sus propias elecciones.

Cuando hacemos un curso de alimentación natural, sugiero a cada madre o padre que pueda utilizar estos conocimientos para su experiencia personal y una vez que sientan que el estado interno y externo se ha movido de los paradigmas conocidos y en el momento que hayan podido experimentar por ellos mism@s los cambios positivos, les llegue la manera de compartirlos adecuadamente para que estos movimientos vayan acompañando el pulso natural de las propias familias, los ordenes, los espacios y las olas que mueven vuestros oceanos.

Un búsqueda profunda, siento que tiene que ir de la mano del desapego de querer convencer a los demás sobre lo “mejor” o más adecuado que es nuestro camino.

Desde este lugar también veo la crianza y es para mi una búsqueda cotidiana, un intento por resetearme cada mañana con la seguridad de que no tengo la “verdad” sobre como deben hacerse las cosas.

Como todos más o menos sabemos, esta es una de las grandes dificultades que encaramos las parejas a la hora de criar a los hijos conjuntamente. Es asi que también cuando pensemos en cambiar los hábitos alimenticios de una familia, creo que es importante los acuerdos que se puedan tomar entre ambos, más que la insistencia de uno de ellos a seguir una determinada “IDEA”. Personalmente, evalúo si en esta familia hacer una cambio en la alimentación va a desatar una pequeña “guerra” innecesaria entre papá y mamá…me parece preferible que todos sigan bebiendo leche de vaca!! Hasta que sea el momento adecuado!.


Me lo repito bastante y aún así, caigo como todas la mamás en mis propios agujeros y desde aquí encaro una vez más mis propias preguntas…Segura de que no soy “inocente”...

así lo explica Bert Hellinguer en “El amor del espíritu”:

¿Por qué alguien se siente inocente?
Porque se cree mejor que otros.
¿Qué hace cuando se considera mejor?
Rechaza a otros que no corresponden a su imagen de inocencia. Al rechazarlos, ¿los hace menos buenos en comparación consigo mismo, con menos derechos como para ser reconocidos como buenos?
¿Cuál es la consecuencia?
Otros lo rechazan a él y se vuelven culpables como él.

Sin más palabras...

Creo que es una reflexión interesante que debería constituir la mirada esencial hacia nuestros hijos si queremos vivir y crecer nosotros mismos en el proceso de aprendizaje de los más pequeños.

Practicando esta crianza “INCLUSIVA”  permitimos que todos estén incluidos en los actos cotidianos, que todas las posibilidades que nuestros hijos nos muestran con sus vidas, con su “comportamiento”, con su expresión, con sus enfermedades...TODAS Y CADA UNA DE ELLAS SEAN UNA PARTE NUESTRA QUE ESTÁ VIENDO LA LUZ.

Después de este tiempo recorrido y de ver las preguntas que las mamás hacen en la consulta y en los cursos me veo en la necesidad de una aclaración, ya que este trabajo que nos proponemos es realmente IMPOSIBLE de lograr sin una mirada terapéutica, sin un cuestionamiento real sobre nuestras ideas, nuestros mandatos, nuestros pre - juicios. Sin revisar en absoluto nuestra historia, corremos el gran riesgo de caer en la idea de que criar de esta manera sea decir a los niños a todo que si, que bonito, que bien y “cariño cuanto te quiero…” Y si…creo que todo esto esta muy bien…esta demás aclararlo. Pero también siento que es necesaria una búsqueda más real para que cada adulto pueda con sus propios medios hacerse cargo de sus propias mochilas y desde allí liberar peso al camino de sus hijos y amar con libertad la experiencia del otro.

Cuando comenzamos el taller anual de CRECER CRIANDO, había algunas “ideas o expectativas” de juntarnos a hablar…por decirlo de algún modo de “crianza alternativa”…de los niños…de cómo hacerlo bien? De cómo decirlo mejor?. Reconozco que hubo momentos de eso y como dice una de mis maestras, Laura Gutman: "¡¡¡no sé, no tengo idea de cómo hacerlo!!!", algunas veces yo misma he claudicado también a estos debates, sin embargo a medida que fue pasando el tiempo, hemos podido “mover el punto de encaje” y es muy bonito verlo.
Las madres, ya no preguntan por cómo hacerlo con sus hijos sino con ellas mismas. Hay cada vez más profundidad en los encuentros y en las miradas. Nos hemos permitido cuestionarnos cosas a nosotras mismas y a nuestra propia historia.

Hace poco ellas se han juntado un día a jugar con los niños en la playa. Yo no pude ir pero recibí las historias que contaban y las imaginaba mirando a sus hijos con otro “peso anímico” como dice Hellinguer. Las mamás tomando lo que les correspondía y los niños riendo y saltando livianos

Les deseo que esa LIVIANDAD llene vuestros corazones y cada vez que eso sucede también me alumbra de cerca y lo agradezco

Con amor
Eli

Las imágenes de mis notas del blog y de la web son autoría de 
Fiona Mettini Gracias!!!!


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