CRECER CRIANDO- LIMITES PARA FAMILIAS CONCIENTES
EL MEJOR
MODO DE EDUCAR A NUESTROS HIJOS ES EDUCARNOS A NOSOTROS MISMOS
Aun me sorprende la premisa de “saber previo” con la
que los adultos nos situamos frente a los niños. Creo fervientemente que esto es lo que nos deja a todos
“fuera de juego” de la posibilidad de nombrar lo que sucede sin juzgarlo y de aportar a nuestros hijos la
mayor cantidad de herramientas para que afronten la experiencia de la vida como tal…pura experiencia.
Si deseamos tener una familia conciente no podemos
escapar a la importancia de recordar que NO SABEMOS NADA, que no somos mejores
frente a nuestros hijos, que no siempre tenemos la respuesta adecuada para cada
cosa.
Muchas familias en la búsqueda de encontrar una crianza
más conciente nos preguntamos sobre el tema de los límites.
La
labor paterna/ materna tiene la importante función de nutrir, guiar y contener
. También debemos recordar que los límites son una parte inherente de la vida y
la vida misma es quién los va mostrando paso a paso. Si tenemos la capacidad de
guiar y contener ese proceso amorosamemte todo parece mucho más facil y fluido.
Cuanto más nos empeñamos en forzarlo más difícil se hace para grandes y
pequeños.
Quienes
“educamos”, tenemos que mirarnos y reeducarnos otra vez, antes de enfadarnos
porque tal o cual tarea no está realizada de la manera que a nosotros nos
parece “adecuada”.
En
la vida cotidiana con los niños, quizás sería interesante anteponer varios
“plurales solidarios” a los constantes modos imperativos con los que creemos o
pretendemos “guiar” la vida de nuestros hijos. Siempre es mucho más productivo
para todos un solo “vamos a lavarnos los dientes” antes que quince “
ve a lavarte los dientes” , sucedido por supuesto de los posteriores “castigos”
porque evidentemente no logramos nuestro objetivo y por supuesto el plural
refuerza mucho más la autoestima y sensación de contención de nuestros hijos.
ES
hora de que nos preguntemos padres, maestros y educadores que ha faltado? Que
se nos ha pasado por alto? Donde estuvo nuestro fracaso para poder comunicar a
nuestros pequeños aquello que creemos indispensable y porque en cambio nos
encontramos todo el tiempo luchando en un tira y afloje sin sentido.
Mi
hija de 5 años comenzó a ir a natación hace poco. Comparado a la dinámica que
en su colegio de educación libre
(escola dels encants) suele haber en las clases, quizás esta clase tenía
un modelo más “habitual” de funcionar. Al salir le pregunté como le había ido y
me respondió lo siguiente:
-la clase estaba bien mami, pero los profesores lo hacian
todo como muy complicado.
-Porqué
Luna?
-Y…
porque había que hacer filas para todo, los niños peleaban por estar primeros
en la fila y los profesores para que los niños no se salieran de la fila
Os
podeís imaginar que catedra de educación tan lúcida y básica me impartió!!! Es tan simple que si hiciéramos esfuerzos por aprenderlo de memoria nos
costaría!!!
También
los padres tenemos “pocos límites”, normalmente nos olvidamos de la posibilidad
de que los hijos son nuestro propio espejo, proyectamos en ellos lo que no nos
gusta o no podemos ver en nosotros mismos y entramos “en campo de batalla”
con niños y adolescentes en lugar
de propiciar terrenos cooperativos entre todos y de preguntarnos qué hemos
hecho para construir el espacio que habitamos y la comunicación que utilizamos.
Cómo
siempre prefiero dedicar el tiempo de estas palabras para dar al menos algunas
ideas para constituir familias concientes con las bases de lo que llamo
“crianza inclusiva” Sugiero probarlos lo más científica y prácticamente
posible, es decir con base en la experiencia y sin olvidar que la “paciencia es
la madre de la ciencia”
Revisar algunas escenas en la vida cotidiana:
Es común que niños y adultos lleguemos a casa cansados,
la mayoría de las veces con hambre y habiendo pasado más horas desconectados de
lo que nuestro corazón y cuerpo podían tolerar. Los adultos lo disimulamos.
Hemos aprendido a seguir adelante, a no escucharnos, a seguir más la cabeza que
el corazón. Sin embargo los niños son implacables en ello. A veces llegamos a
la instancia en que padres e hijos hemos pasado tiempo comprando, cansados, con
hambre, sin escucharnos. Estamos todos enfadados, los niños comienzan con el
famoso y estandarizado “berrinche” al cual los adultos en general ponen en
práctica la famosa etiqueta de: se porta tan mal, este niño necesita límites.
Mientras tanto nuestro querido “hijoespejito” nos muestra
que por el momento hay hambre, sueño y desconexión y nos lo muestra como puede.
Es fácil enfadarse o reñir al niño, sin embargo a largo plazo esto es mucho más
costoso… se los aseguro. Quien es el responsable de llegar a esa instancia?.
Una simple revisión de estas y otras situaciones nos ayudarían a dar marcha atrás
antes de tiempo para que los
límites de hambre o cansancio sean mucho más evidentes para los adultos y nos
ayuden a PARAR A TIEMPO antes de la necesidad de los berrinches o los pedidos
desplazados a las chucherias o las compras.
El siguiente ejercicio lo denomino:
Te
miro (ejercicio para
ayudar a mantener una atención exclusiva y tomar responsabilidad en los asuntos
de la familia)
A muchas madres nos cuesta conectar a fondo. Venimos de
historias de mucho desamparo (como ampliamente explica Laura Gutman, entre
otros) y nos es muy difícil mantener nuestra atención exclusiva con los hijos.
Creo que esto podemos detectarlo muy fácilmente a través de la mirada. Si
estamos desconectados nos cuesta mantener la mirada con otro. Los hijos nos
“llaman” incontables veces durante una tarde (si hiciéramos la prueba con una
grabación en casa nos asustaríamos de escucharla luego). Propongo así, utilizar
la mirada como punto de anclaje. TE miro. Si nos cuesta, también podemos
decirlo a nuestros hijos cuando piden algo: te miro. Eso nos servirá a nosotros como llamado de atención
y también a nuestros hijos como punto de referencia para saber que estamos
conectando.
Ser
honestos y pedir disculpas
Cuanto
nos cuesta realmente mirarnos adentro, hoy en día enfrentamos con más facilidad
una visita al médico clínico que nos receta un antidepresivo o un ansiolítico,
de lo que nos comprometemos en un proceso de indagación de nuestra propia
realidad y nuestra historia de fondo. Pareciera más fácil y por cierto mucho
menos doloroso, tomarnos una pastilla, pegarle un grito a un niño o ponerle una
etiqueta de “mal-criado”, llevarlo al pedagogo de la escuela porque el o
ella “tiene” un problema, que
hacernos al menos un par de preguntas de fondo. Creo que si no nos conocemos a
nosotros mismos es imposible que pretendamos lograr relaciones profundas y
claras y convivir con unos niños y adolescentes relajados y en paz con lo que
hay; viviendo su experiencia y libres de etiquetas que los encasillen.
Siempre
digo que sería importante “proteger a los hijos de nosotros mismos”. Si ya conocemos bastante nuestras
debilidades…para que tenemos que disimularlas ante nuestros hijos? No se trata
de que les cuente todas mis penas ni mucho menos. Sin embargo si se que me
cuesta mantener mi atención exclusiva puedo decir por ejemplo: “me distraigo
con facilidad, te miro, si me distraigo me avisas”, entonces ya tenemos esa
clave, en cuanto yo desconecto mi hij@ simplemente TIENE LUGAR PARA NOMBRARLO.
Tengo
una alumna a la cual su hija de 9 años, le toca un punto en la oreja que entre
las tres hemos acordado, cuando no la está escuchando. No es garantía…se repite
y ella vuelve a no escuchar, pero la niña tiene claro que mamá está en ello,
que estamos todos aprendiendo, que su madre se hace cargo de su propio
aprendizaje y de su propio crecimiento y ella se queda libre para jugar. Desde
el proceso ha dejado de hacer berrinches y despertarse con miedo por las
noches, verdaderas preguntas que se hizo su madre en un proceso terapéutico
profundo y un punto en la oreja que sirvió de alerta!!
Seguro
que los “viejos mecanismo” vuelven a activarse una y otra vez, sin embargo es
menester tomar nuestra total responsabilidad en los asuntos que generamos en
nuestra familia y sobre todo…aunque nos parezca tarde, saber pedir disculpas es
de vital importancia. Porque esto libera mucho peso y también nos recuerda a
todos…que TODOS, ABSOLUTAMENTE TODOS, ADULTOS Y NIÑOS…ESTAMOS SIEMPRE
APRENDIENDO Y POR SUERTE TAMBIEN GRACIAS A LOS ERRORES LLEGA EL APRENDIZAJE. Si
esto lo transmitimos a nuestros hijos, en lugar de bloquear la experiencia o
catalogarla diciendo: lo has hecho mal, reforzaremos su capacidad de
aprendizaje y autoestima simplemente mostrando que nosotros podemos
equivocarnos y por supuesto…ellos también.
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